Entre el progreso y el rezago: el reto educativo que marca a Puerto Rico

Aunque las pruebas estandarizadas CRECE 2025 reflejan avances en las materias básicas, maestros y directivos coinciden en que los efectos de los huracanes, los terremotos y la pandemia siguen dejando una brecha profunda en el aprendizaje de los estudiantes.

Por: Gonzalo André García

Entre los pasillos de las escuelas públicas de Puerto Rico todavía se perciben los estragos de: huracanes, temblores y una pandemia que interrumpió la enseñanza presencial. A pesar de los resultados positivos en las pruebas CRECE 2025, el rezago académico continúa siendo uno de los mayores desafíos del sistema educativo.

Los datos más recientes del Departamento de Educación revelan que 51 % de los estudiantes alcanzó dominio en español, 43 % en matemáticas, 39 % en inglés y 46 % en ciencias. Aunque representan aumentos de entre 8 y 13 puntos porcentuales con respecto al año anterior, más de la mitad del estudiantado aún no logra la ejecución esperada para su grado.

“Cuando evaluamos los resultados, vemos áreas de mayor necesidad: lectura, fundamentos matemáticos y, en ciencias, los procesos de investigación”, explicó Beverly Morro Vega, subsecretaria de Asuntos Académicos y Programáticos. Aclaró, que los números no deben interpretarse como un fracaso: “Un estudiante principiante no es alguien que no aprende, sino que se acerca parcialmente al estándar del grado. Estamos en un proceso de recuperación”.

Morro detalló que este año 125,641 estudiantes tomaron las pruebas, una muestra representativa del sistema público. Según la funcionaria, los resultados deben entenderse dentro del contexto histórico: “En 2017, antes de María, un 49 % de los estudiantes alcanzaba proficiencia en español. Hoy, ese número es 51 %. No solo recuperamos terreno, sino que superamos ligeramente los niveles previos a los desastres”.

Sin embargo, alcanzar la meta federal de 82 % de proficiencia sigue siendo un reto lejano. “No estamos donde quisiéramos estar, pero seguimos implementando estrategias como instrucción diferenciada, aprendizaje significativo y enseñanza contextualizada. Queremos reconocer el trabajo de los maestros que, día tras día, luchan por el progreso de sus estudiantes”, afirmó.

Para muchos educadores, esos números aún no reflejan la realidad del aula. Rita Rodríguez Casanova, directora del Liceo Consejo, describió cómo los años de interrupciones alteraron el ritmo de enseñanza. “Durante la pandemia tuvimos que cerrar las escuelas y buscar maneras de enviar el material. No todos los estudiantes tenían acceso a computadoras o internet. El contacto humano se perdió y muchos desarrollaron ansiedad o miedo”, recordó.

Rodríguez enfatizó que los efectos no fueron solo académicos, sino también emocionales. “Los maestros han tenido que ser más flexibles al evaluar. Hay destrezas que antes se dominaban y ahora no. Los estudiantes todavía sienten inseguridad. Muchos de ellos temen que algo así vuelva a ocurrir”, explicó.

Desde la perspectiva del magisterio, las condiciones dentro del aula continúan siendo un obstáculo. Víctor M. Bonilla Sánchez, presidente de la Asociación de Maestros de Puerto Rico, aseguró que el rezago “no es nuevo”, pero se agravó con los desastres naturales y la pandemia. “El magisterio siempre ha enfrentado el rezago, pero ahora el problema es estructural. No se puede atender rezago académico desde una computadora o a distancia. El proceso de enseñanza tiene que ser presencial”, señaló.

Bonilla pidió al Departamento de Educación reducir la cantidad de estudiantes por grupo: “La única forma de atender el rezago es con enseñanza individualizada. Con menos estudiantes por salón, el maestro puede concentrarse en las necesidades de cada uno”. Además, advirtió que la tecnología, aunque útil, también puede ser una distracción: “Cada generación aprende diferente, pero tenemos que adaptar la educación al estudiante que tenemos hoy”.

El Departamento de Educación afirmó que trabaja con nuevas iniciativas de integración familiar. Morro explicó que existen 640 comités de padres constituidos en las escuelas y que se distribuyeron manuales de competencias esenciales para ayudar a las familias a reforzar el aprendizaje en el hogar. “La investigación demuestra que los niños son más exitosos cuando sus familias se involucran. Queremos que los padres acompañen el proceso, incluso sin formación docente”, añadió.

Aun con las mejoras, Morro reconoció que el ritmo de progreso será más lento en los próximos años. “Probablemente no veremos otro crecimiento de doble dígito, pero esperamos un avance sostenido. Lo importante es que los aprendizajes se consoliden y los estudiantes alcancen su máximo potencial”, concluyó.

Mientras tanto, miles de maestros y directivos siguen trabajando para cerrar la brecha que los desastres y el tiempo abrieron en la educación del país. Como expresó Bonilla, con esperanza pero también con cautela: “Puede que aún no hayamos alcanzado las metas, pero ya se ve una luz en el camino. El avance existe, aunque todavía queda mucho por recorrer.”

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