Sin frenos el deterioro de la UPR recinto de Río Piedras 

Condiciones de las zonas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. 

Por: Arianis K. Reyes González

En menos de una década, la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP), ha perdido más de $500 millones debido a recortes presupuestarios, dejando en crisis la infraestructura de la institución. Al día de hoy, los estudiantes enfrentan edificios en ruinas, salones sin techo, goteras, hongos, inundaciones y zonas clausuradas, viéndose forzados a educarse en condiciones que ellos mismos describen como “inhumanas”. 

La presidenta del Consejo General de Estudiantes (CGE) de la UPRRP, Ástrid J. Lugo, denunció que “hay salones enteros que no tienen techo; en muchos otros caen goteras constantemente, se ve el hongo creciendo, a veces hasta hongo negro. Muchos de estos simplemente los cierran y abandonan, no buscan restaurarlos. También hemos tenido varias situaciones en donde estás hablando con alguien o cogiendo clase y se cae un plafón del techo”. 

El deterioro en la UPRRP es especialmente evidente en el edificio de Ciencias Naturales. Ytsel Monsegur, estudiante de primer año, describió cómo «algunos pasillos están decentes, pero en otros no hay casi techo, y el olor a moho en el salón es insoportable. Además, cada vez que llueve todo se inunda, es imposible caminar sin mojarse o resbalarse”. Estas circunstancias afectan no solo lo físico, sino también lo emocional: «Entrar ahí da tristeza; no te dan ganas ni de estudiar», expresó Monsegur sobre su frustración. 

En la Biblioteca Lázaro, las condiciones ponen en peligro no solo a los bibliotecarios, quienes tienen que entrar con mascarillas y todo tipo de equipo de protección, sino que también peligran todos los documentos valiosos para la memoria colectiva. 

La presidenta del CGE relató cómo hay pisos enteros donde no se puede entrar porque es peligroso. “Si necesitas algo, el bibliotecario tiene que entrar protegido. Me dicen los mismos bibliotecarios que está bien peligroso”, aseguró Lugo.  Además, señaló que muchos de ellos se enferman debido a que trabajan en un espacio que no es seguro ni saludable. Los problemas de esta planta física datan de hace más de una década y continúan persistiendo. 

Asimismo, Lugo advirtió que incluso los esfuerzos tecnológicos para preservar la memoria histórica están comprometidos: Ni siquiera las cosas que quizás podemos guardar con la tecnología están a salvo. Son años y años de historia, no solo del país, porque hay historia del mundo que solamente la podemos tener nosotros, y se está perdiendo, está en deterioro.” 

Los que sufren en silencio 

La Sala de Diversidad Funcional es uno de los espacios en la biblioteca que lleva aproximadamente siete años clausurada. Esta prácticamente no tiene losas ni techo, además de un sin número de cables y estructuras de metal colgando. 

Salsa de Diversidad Funcional | Foto: Adrián Rodríguez Alicea para CLARIDAD 

La comunidad de diversidad funcional en la UPRRP es una de las más afectadas debido al deterioro de la infraestructura del campus. Según Elena Pagán, representante de esta población en el CGE, las grietas y cráteres en las aceras han provocado que muchas sillas de ruedas se vuelquen y muletas se atoren, lastimando a estos estudiantes. “No creo que el campus sea un espacio ni seguro ni cómodo para estudiantes de diversidad funcional”, afirmó Pagán. 

En múltiples ocasiones, estudiantes se han quedado atrapados en elevadores, sin que la persona responsable de auxiliarlos esté disponible al momento. Además, la representante destacó que en la Facultad de Humanidades solo hay dos baños accesibles y aptos para su uso.  

Pagán también enfatizó que el campus no solo incumple con ofrecer condiciones mínimas para esta comunidad, sino que “no se siente como que la administración esté tomando en consideración nuestras necesidades de acomodo”, aludiendo a una sensación de abandono. “Hay una diferencia entre cumplir con lo que requiere la ley y buscar verdaderamente soluciones adecuadas para nosotros”, concluyó la representante. 

En varias zonas del campus salones enteros permanecen cerrados, incluso el sótano de Humanidades está inhabilitado. El edificio Domingo Marrero Navarro, Facultad de Estudios Generales, tiene cerca del 25% del edificio inutilizable por condiciones inseguras. Este lugar lleva alrededor de 15 años cerrado. Asimismo, las clases frecuentemente se cancelan o deben reubicarse por la falta de espacios aptos. 

Además, aunque la universidad ha implementado un sistema de alarmas para combatir la escasez de guardias de seguridad, la presidenta del CGE, aseguró que «no sirve», evidenciando la ineficacia incluso de las soluciones propuestas. 

Sobre esta situación, la estudiante Elena Emmanuelli, comentó: “Es difícil aspirar a estándares de excelencia cuando las herramientas y los espacios no cumplen con lo mínimo necesario para trabajar y aprender de manera efectiva”. Destacando que las mejoras de las instalaciones de la universidad no son cuestión meramente de estética, sino que representan una inversión al futuro de los estudiantes y del país.

Detrás de los recortes presupuestarios 

Las condiciones de la infraestructura en la UPRRP, no son simplemente resultado de descuido; están directamente relacionados con una serie de recortes en el presupuesto operacional de la institución. Desde 2017, la Junta de Control Fiscal (JCF) ha reducido el presupuesto de la UPR de $833.9 millones en 2016 a $407.7 millones en 2022. Además, en mayo del año fiscal 2024-2025, se anunció un nuevo recorte de $101.7 millones. 

A pesar de no estar bajo el Título III de la Ley PROMESA, lo que implica que la JCF no tiene ninguna autoridad sobre la Junta de Gobierno de la UPR, la universidad se ha visto en constante desmantelamiento por su parte. Cuando pregunté al respecto, la presidenta del CGE subrayó: “no somos deudores, nunca hemos sido deudores, no le debemos a nadie. Entonces, no hay justificación para que la Junta de Control Fiscal tenga derecho a decirme cuál va a ser y cuál no va a ser mi presupuesto». 

En relación con esto, Lugo añadió:La universidad nunca tuvo problemas fiscales, en absoluto, hasta el 2017, donde entró la Junta de Control Fiscal. A partir de ahí, el deterioro ha sido acelerado, han estado inmiscuyéndose, sin ningún tipo de legitimidad, en los fondos, y tratando de manejar lo que es la universidad, y eso nos ha atado las manos”. 

La falta de medidas por parte de la administración de la UPRRP a través de los años, también ha sido un factor clave en el deterioro de la misma. Según se ha señalado, la comunidad universitaria está de acuerdo en que no se está haciendo lo suficiente para enfrentar estos problemas. “La administración, lamentablemente, responde a ciertos intereses, que creen mucho en la privatización. Entonces, desde ese punto de vista, es bien difícil pensar en una universidad pública,” sostuvo la presidenta del CGE. 

A pesar de haber intentado en numerosas ocasiones denunciar todos los problemas que afectan a la comunidad universitaria, el proceso para contactar o negociar con la JCF es altamente burocrático, retrasando las acciones y soluciones que puedan surgir frente a los problemas ocasionados por los recortes presupuestarios. 

“La universidad pública se supone que sea una inversión del país para garantizar que cualquier persona con la aptitud y la pasión de estudiar pueda hacerlo, independientemente de su origen. La universidad que se supone que sea accesible al pueblo, a la gente. No lo es. Simplemente no lo es”, declaró Ástrid Lugo. 

La UPRRP sufre de un deterioro progresivo, que ha llevado al campus a un estado de ruina. La presidenta del CGE enfatizó que está dispuesta a “llevarlo hasta las últimas consecuencias, y que el país se entere que están deteriorando la Universidad de Puerto Rico y que la están dejando morir”. 

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